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¿Parar o no parar? esa es la pregunta

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‘Hasta que no termine no paro’, ‘No tengo el lujo de ponerme a descansar’, ‘Hay que hacerlo perfecto, si no, no sirve’.

Muchas veces buscamos en el camino errado, nos exigimos demasiado a nosotros mismo y a los demás y terminamos agotados, exhaustos, sin una gota de energía. Y lo peor es que todo el camino se vuelve un esfuerzo, un sacrificio, una lucha constante para conseguir ‘la meta’. Piensas que una vez ahí vas a poder descansar, vas a poder disfrutar, vas a ser feliz.

Lo que tienes que saber es que tal vez ese momento nunca llegue, y si tienes la suerte de que llegue, este puede ser efímero y es posible que no encuentres lo que estabas buscando, que te desilusiones, entonces, otra vez lo mismo, otra meta, otro sacrificio y así sucesivamente. Un ciclo eterno.

'Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud'. Dalai Lama

Para ilustrar esto nada mejor que compartirte una historia que escribió Tolstoi, el brillante novelista ruso, que nos deja un valioso relato sobre cómo el hombre siempre ha fracasado en conseguir sus metas que no tengan relación con la felicidad y con el disfrute.

Un campesino de nombre Pakhom cree que tendrá éxito cuando finalmente posea un terreno tan grande como las propiedades que tienen las personas que componen la élite de la nobleza rusa. Esa es su gran meta.

Milagrosamente, un día de verano le hacen una oferta sorprendente - se le concederá, sin costo, todo el terreno que él mismo pueda recorrer corriendo desde el amanecer hasta el ocaso.

Pakhom vende todo lo que tiene con el fin de trasladarse al lejano lugar donde se le hizo esta oferta. Después de un largo recorrido, llega allá y se pone de acuerdo para aprovechar su gran oportunidad. Al amanecer, Pakhom comienza a correr a una velocidad extrema. Pasa corriendo bajo el brillante sol matinal, con la meta fija ante sus ojos, sigue corriendo bajo el intenso calor, sin prestarle atención al clima adverso. Todo el día continúa al mismo ritmo, sin detenerse ni a comer, ni a tomar agua, ni a descansar; su propiedad y su riqueza aumentan a cada paso. Finalmente cuando el sol se pone más allá de la llanura y las sombras envuelven la tierra, Pakhom avanza titubeante hacia la meta. ¡Victoria! Logró su objetivo. ¡Éxito! Y entonces, al dar su último paso, cae muerto de agotamiento. Toda la tierra que ahora necesita son solo dos metros para su entierro.

Para, descansa y disfruta el camino​.

Este cuento me hace recordar una gran frase del Dalai Lama: 'Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud, y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro... Y viven como si no tuviesen que morir nunca...y mueren como si nunca hubieran vivido'.

Para, descansa y disfruta el camino, escucha a tu cuerpo, no te exijas mas allá de tus propios límites, recuerda a Pakhom y su triste final.